Margarita comenta que estas prácticas marcaron una diferencia en su vida y se siente aliviada, ahora que posee más conocimiento y tiene más herramientas para cuidar de su familia. Esto contribuye a su confianza y ahora puede transmitir esos conocimientos a otras madres de la comunidad.

Ella practica siempre lo aprendido con su familia, los hábitos de higiene, la estimulación temprana, la cosecha de alimentos como acelga, lechuga, perejil, rábano, lenteja, arroz, con los cuales alimenta a su hijo Kleberson.

Lo que más agradece la madre de 32 años son las consejerías en general, la guía para alimentación complementaria y en general las prácticas en el hogar. Desea que los niños de su comunidad estén sanos y poder seguir compartiendo información y que juntos logren una estabilidad familiar y en la comunidad.

Margarita comparte unas palabras de agradecimiento, ya que este proyecto tuvo un gran impacto positivo en su vida: “Agradezco el apoyo que brinda la fundación y le pido a Dios que derrame muchas bendiciones sobre los que intervienen en este proyecto. Sin duda alguna vinieron a generar fortalecimiento dentro de nuestra comunidad, gracias”.

Estos cambios fueron posibles gracias a la ayuda de todos los involucrados, pero el cambio no termina aquí. Una semilla que se siembra, como la experiencia y el impacto en la familia Tut, sigue dando frutos y cada vez más y más familias serán impactadas. El desarrollo siempre tiene nuevos amaneceres.